Main points
- En muchos países, las respuestas al COVID-19 han visto incumplimientos de los estándares anticorrupción, como tomar atajos en los procesos de adquisiciones o personas en el poder que aprovechan la crisis para aumentar sus beneficios privados.
- Las políticas anticorrupción tradicionales son insuficientes en situaciones de respuesta a un brote, tal como lo demostró la experiencia del brote de Ébola. Las políticas anticorrupción deben integrarse en el diseño de la intervención sectorial.
- Debe haber una práctica estricta de procedimientos regulatorios para la investigación y el desarrollo de medicamentos, escudriñando la toma de decisiones para asegurar el interés público y el acceso equitativo.
- Los donantes deben dirigir el financiamiento a través de los canales existentes que ya aplican las mejores prácticas anticorrupción en el sector salud.
- Debido a la corrupción y la falta de transparencia, la gobernanza, la contratación y la gestión del personal sanitario en muchos países en desarrollo ha fracasado en garantizar que el personal pueda implementar protocolos de tratamientos complejos. A medida que aumenta la presión para contratar personal, la gestión eficaz de las crisis depende de seguir un cierto estándar de procedimientos de contratación y gestión de personal.
- Es relevante seguir involucrando a las organizaciones de la sociedad civil en el importante papel de monitorear los resultados de salud y los sistemas de adquisiciones, dar seguimiento al gasto presupuestario y proporcionar comentarios de los usuarios.
- Las pandemias afectan a mujeres y hombres de manera diferente. Los donantes deben aplicar una perspectiva de género en la respuesta al COVID-19.
- Los profesionales que buscan asegurar y construir la integridad en el sector salud, requieren un conocimiento profundo de las fuerzas sociales que perpetúan las prácticas corruptas.