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Por favor, presenten una visión general de los efectos negativos de la corrupción en los jóvenes y su papel en la prevención de la corrupción.
Los efectos negativos de la corrupción en los jóvenes
Solo recientemente se ha empezado a estudiar el impacto diferenciado de la corrupción en los distintos grupos de edad de la población general (Transparency International e Equal Rights Trust 2021), y esto es válido en el caso de la juventud. Es un hecho ampliamente reconocido que los jóvenes suelen quedar marginados en la sociedad debido a la existencia de asimetrías de poder con respecto a los grupos de mayor edad, así como a su acceso por lo general más restringido a los recursos (Bullock y Jenkins 2020). Sin embargo, se sabe menos sobre la contribución de la corrupción a la marginación de los jóvenes.
En esta sección se analizan distintas corrientes de la documentación -incluidos estudios basados en encuestas y trabajos más teóricos- que empiezan a arrojar luz sobre las repercusiones negativas de la corrupción que sufre la juventud.
Nivel de exposición a la corrupción
Los jóvenes constituyen una proporción considerable de la población general -y en algunos países la mayoría-, lo que significa que son susceptibles de estar expuestos a las mismas formas cotidianas de corrupción a las que se enfrentan los demás (Kahuthia Murimi 2018).
Sin embargo, cierta evidencia sugiere que los jóvenes pueden estar más expuestos a la corrupción que la población en general. Por ejemplo, los resultados de la encuesta del Barómetro Global de la Corrupción 2019 de Transparencia Internacional revelaron que los encuestados de entre 18 y 34 años en los países del Caribe tenían más del doble de probabilidades de haber pagado un soborno que las personas de 55 años o más (Duri 2020). Del mismo modo, los resultados del Barómetro Global de la Corrupción Asia 2020 revelaron que los jóvenes de entre 18 y 34 años tenían muchas más probabilidades que los mayores de 55 años de haber pagado un soborno o utilizado contactos personales para obtener un beneficio (Transparency International 2021).
En varios países se han realizado encuestas entre los jóvenes para evaluar su experiencia de la corrupción. Sin embargo, estos no siempre establecen un control de los resultados en comparación con otros grupos de edad. En Kenia, el 46 % de los encuestados en una encuesta de 2017 administrada a jóvenes del país afirmaron haber pagado un soborno a funcionarios públicos; el 80.3 % de estos casos estaban relacionados con servicios de especial relevancia para los jóvenes, como la obtención de documentos nacionales de identidad, asistencia médica o educación de tercer nivel (Instituto de Asuntos Económicos, Kenia 2021). Del mismo modo, en Chile, el 52.1% de los participantes en una encuesta dirigida a jóvenes de entre 18 y 29 años afirmó que la corrupción les afecta de manera significativa (Chile Transparente 2023).
Actitudes ante la corrupción
Además de evaluar la frecuencia con que la gente joven se enfrenta a la corrupción, los estudios que miden la actitud general de los jóvenes hacia la corrupción pueden contribuir a comprender mejor su repercusión negativa en la juventud. Por lo general, las investigaciones revelan que los jóvenes tienen actitudes de desaprobación hacia la corrupción y perciben que tiene repercusiones negativas, aunque el grado de esta "intolerancia" varía según los países. Además, los estudios suelen concluir que una proporción reducida (aunque significativa en algunos países) de los jóvenes suele considerar aceptables las prácticas corruptas.
En 2014, la encuesta MY World 2014 recogió respuestas de 1,089 personas de entre 18 y 34 años de 102 países (Foro Económico Mundial 2015). Sus respuestas revelan un reconocimiento general por parte de los jóvenes de las repercusiones negativas de la corrupción en ellos mismos, pero también en su entorno más amplio (véase la figura 1).
La encuesta es uno de los pocos ejemplos de encuesta transnacional centrada en los jóvenes que permite la comparación entre regiones. Por ejemplo, con respecto al grado de acuerdo con la afirmación «la corrupción está frenando a mi país», mientras que el nivel promedio fue del 72%, éste se elevó al 90% en el caso de las personas encuestadas procedentes del África subsahariana. Un número notablemente inferior (61.6%) de los encuestados que viven en lo que se clasifica como economías avanzadas expresó esta opinión.
Aunque en general los jóvenes pueden expresar su oposición a la corrupción, otros datos indican que algunos también pueden tratarla como algo rutinario o normalizado. Un estudio de Torgler et al. (2004), basándose en datos de la Encuesta Mundial de Valores, descubrió que los encuestados del grupo de edad de 18 a 30 años eran más propensos a creer que la corrupción era justificable que sus homólogos del grupo de 30 a 65 años o más.
Las autoridades de Letonia realizaron encuestas sobre las actitudes hacia la corrupción en 2021, 2022 y 2023 y descubrieron que, en cada año, los encuestados de entre 18 y 29 años eran el grupo más dispuesto a utilizar "soluciones informales" (como recurrir a contactos personales) para resolver los problemas a los que se enfrentaban (UNODC 2024b). En una encuesta sudafricana realizada entre jóvenes de 18 a 35 años, el 62% afirmó que nunca participaba en actos de corrupción, pero el 67% dijo que era normal que la gente normal tuviera que pagar a funcionarios públicos para obtener acceso a servicios básicos (Corruption Watch 2020). Esto sugiere que la corrupción puede estar normalizada al punto de que los jóvenes ni siquiera se dan cuenta de que participan en ella.
No obstante, Morkūnas et al. (2024) sostienen que las actitudes positivas de algunos jóvenes lituanos hacia la práctica del soborno deben entenderse como una «respuesta forzosa a los fracasos del gobierno, más que como una motivación intrínseca". Del mismo modo, en un estudio de caso sobre Guatemala, Burrell et al. (2023) constatan que la precariedad económica de los jóvenes puede dificultar que eviten participar en prácticas como el clientelismo.cdff1b28e564
Impacto social
Al igual que la población general, los jóvenes dependen del acceso a los servicios de salud para mantener una vida sana y segura. Aunque no es sorprendente que las personas mayores, las mujeres embarazadas y la infancia estén desproporcionadamente expuestos a los riesgos de corrupción en la prestación de asistencia médica (Albisu Ardigó y Chêne 2017b), también existe evidencia de que los jóvenes corren un mayor riesgo de corrupción cuando acceden a determinados servicios de salud.
Por ejemplo, el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva suele ser ya de por sí "especialmente difícil para los jóvenes, sobre todo si no están casados o forman parte de la población LGBTQI" debido, entre otras cosas, a la estigmatización de la actividad sexual de los jóvenes, las leyes restrictivas y las asimetrías de información (Schoeberlein 2021). La naturaleza a menudo clandestina de la prestación de servicios de salud sexual y reproductiva a los jóvenes puede hacerlos vulnerables a prácticas extorsivas como el cobro excesivo.
Además, las enfermedades o afecciones médicas a las que son propensos los jóvenes pueden verse exacerbadas por la corrupción. Por ejemplo, el reciente crecimiento de la población joven en algunas partes del mundo significa que se enfrentan a un mayor riesgo de verse afectados por el VIH (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades 2024). Un estudio ha demostrado que las terapias antirretrovirales (ARV) de las que dependen las personas que viven con el VIH pueden ser vulnerables a formas de corrupción como la malversación y colusión en las adquisiciones (Kohler et al. 2018). Otro estudio realizado en Nigeria descubrió que se malversaban insumos médicos que contenían el opioide codeína y se vendían en el mercado negro, donde se compraba para su uso como droga recreativa, lo que provocaba riesgos de adicción a sustancias, especialmente entre los jóvenes (TI Global Health 2018). Hubo hallazgos similares con respecto a la reventa ilícita de medicamentos psicotrópicos con fines recreativos en Zimbabue (Bergin 2024).
No es de extrañar que los jóvenes estén expuestos a la corrupción en el sector educativo y se vean afectados por ella, ya que se encuentran entre los principales beneficiarios de las escuelas y universidades. El gran tamaño del sector educativo y los fondos que recibe, así como lo mucho que está en juego para que los jóvenes obtengan una buena educación, pueden crear vulnerabilidades de corrupción (Kirya 2019a). Kirya (2019a) señala que una gran variedad de procesos en las escuelas primarias y secundarias son muy vulnerables a la corrupción. Esto incluye, entre otros, el soborno y el favoritismo en las admisiones, las trampas colusorias en los exámenes, el falseamiento de licitaciones y el desvío de material escolar, así como la corrupción sexualdd5eb7f89fe9 de profesores y otros miembros del personal contra padres y alumnos. Formas similares de corrupción afectan a las instituciones de nivel terciario (Kirya 2019b). Por ejemplo, se descubrió que la corrupción sexual afectaba principalmente al grupo de edad de 18 a 25 años en Madagascar, es decir, estudiantes y jóvenes en busca de un primer empleo (Transparency International e Equal Rights Trust 2021.
Estas formas de corrupción menoscaban gravemente el goce por parte de los jóvenes de las ventajas que ofrece una educación de calidad, como la mejora del bienestar y la movilidad social. La corrupción en el sector educativo está asociada al desempleo y a otros problemas económicos más generales a los que suelen enfrentarse los jóvenes. Una educación de menor calidad o una falta de honradez académica generalizada pueden perjudicar el valor de las cualificaciones que obtienen los estudiantes y sus perspectivas de empleo (Albisu Ardigó y Chêne 2017a).
Kirya (2019a) describe cómo las exigencias de sobornos pueden restringir el acceso a la educación de las familias sin medios económicos para pagarlos, mientras que los intentos de corrupción sexual pueden llevar a los estudiantes afectados a abandonar por completo la educación. Albisu Ardigó y Chêne (2017a) explican cómo, incluso cuando la corrupción se produce a escondidas y los jóvenes no se enfrentan directamente a ella (por ejemplo, la malversación de fondos), puede conducir a una pérdida considerable de los recursos asignados a las instituciones educativas, lo que se traduce en un entorno de aprendizaje de menor calidad debido a la saturación y a una infraestructura más deficiente. Además, si el nepotismo y el favoritismo influyen en los procesos de contratación, puede dar lugar a la contratación de maestros y profesores poco cualificados. Global Financial Integrity (2016) sostiene que los flujos financieros ilícitos (FFI), incluidos los derivados de la corrupción, pueden provocar escasez en la financiación de la educación, destacando cómo el volumen estimado de FFI de Malawi representa alrededor del 300% de su gasto público anual en educación.
Impacto económico
Varios estudios ponen de manifiesto cómo la corrupción contribuye a la marginación económica de los jóvenes. En muchos países, los jóvenes perciben que la tasa de desempleo se atribuye en parte a la corrupción (Majadibodu 2024), por ejemplo debido a la prevalencia del nepotismo en los procedimientos de contratación para puestos en el sector público (Mchunu 2019; Transparencia Maldivas 2015; Transparencia Internacional Hungría). Según un estudio reciente realizado en el Reino Unido, la mayoría (61%) de los jóvenes cree que es difícil conseguir un empleo sin una "vía de acceso" (Machell 2023). Un estudio realizado por el organismo anti-corrupción de Azerbaiyán concluyó que "la corrupción en los procesos de contratación afecta de forma desproporcionada a los jóvenes que buscan trabajo" (UNODC 2024c).
La desigualdad de condiciones que crea la corrupción en la contratación puede provocar una mayor desilusión con el sistema público (Bashir 2023). Efectivamente, las respuestas a la encuesta MY World de 2014 así lo atestiguan (véase el gráfico 2).
Otros estudios han señalado cómo la corrupción puede disuadir a los jóvenes de seguir carreras en el deporte (Amenta y Di Betta 2021), entre otras cosas debido a los riesgos de corrupción sexual en el sector (Transparency International 2022b).
Los empresarios jóvenes potenciales también pueden enfrentarse a la corrupción cuando intentan poner en marcha su negocio, por ejemplo, al registrar empresas, acceder a financiación u obtener documentación oficial. Una encuesta realizada en 2014 en Mauricio reveló que el 81.9% de los encuestados de entre 21 y 25 años creían que tendrían que pagar sobornos para obtener licencias necesarias, como patentes (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito 2024a). Por razones similares, en algunos estudios la corrupción ha sido citada por los jóvenes como uno de los principales factores que les desmotiva a la hora de emprender (Center for International Private Enterprise 2012).
Existe evidencia empírica que apoyan la hipótesis de que la corrupción contribuye al desempleo juvenil. Al comparar las estimaciones de la percepción de soborno entre los funcionarios públicos y las tasas de desempleo juvenil, Bouzid (2016) descubrió que la corrupción no solo se asocia con un aumento del desempleo juvenil, sino que también lleva a los propios solicitantes de empleo a recurrir a la corrupción en un intento de conseguir un puesto. Del mismo modo, en su estudio etnográfico de Guatemala, Burrell et al. (2023) constataron que los jóvenes suelen considerar el clientelismo como la única forma posible de conseguir un empleo. Las repercusiones económicas que la corrupción tiene en los jóvenes pueden desencadenar otros resultados, como la emigración (también conocida como «fuga de cerebros»), que puede perjudicar las perspectivas más amplias de crecimiento económico de un país (Albisu Ardigó y Chêne 2017a). En su estudio sobre Bosnia y Herzegovina, Begović et al. (2020) descubrieron que la insatisfacción con los servicios públicos y una elevada percepción de la corrupción se asociaban a una mayor probabilidad de que los individuos decidieran emigrar, y que este efecto era más fuerte para los menores de 30 años que para los mayores. Según los informes, en Haití la mayoría de los puestos del sector público están ocupados por personas mayores de 35 años, y los jóvenes perciben el clientelismo como algo necesario para obtener un empleo, lo que también se ha relacionado con la emigración (France24 2019). En otro lugar, Djordjevic (2024) sostiene que el aumento estimado de la explotación laboral en los Balcanes Occidentales se ve facilitado en parte por la corrupción y que los jóvenes corren más riesgo debido a su mayor tasa de desempleo. Además, se han documentado casos de corrupción sexual en los que funcionarios de inmigración se han aprovechado de la situación de vulnerabilidad de jóvenes inmigrantes y solicitantes de asilo, tanto hombres como mujeres, y les han exigido mantener relaciones sexuales (ONUDD 2020).
La corrupción puede desencadenar un círculo vicioso porque uno de los factores de vulnerabilidad de los jóvenes a los efectos de la corrupción es su acceso comparativamente más limitado a los recursos financieros (Muyambwai 2019). En contextos donde se suelen exigir pagos ilícitos para acceder a los servicios básicos, los jóvenes desempleados están especialmente expuestos a salir perdiendo. Un estudio de caso de Papúa Nueva Guinea halló que la corrupción en los organismos de administración de tierras impedía a los jóvenes acceder a ellas o heredarlas, lo que se veía agravado por la falta de voz de los jóvenes en el sector (Transparency International y Equal Rights Trust 2021). La corrupción puede incluso afectar a iniciativas y fondos destinados al empoderamiento económico de los jóvenes, como por ejemplo la presunta malversación de casi 10 millones de dólares del Servicio Nacional de la Juventud de Kenia (Corruption Watch 2020).
Impacto político y de seguridad
En relación con los impactos descritos en las secciones anteriores, hay una serie de impactos políticos negativos más amplios que la corrupción tiene sobre los jóvenes. Algunos han sostenido que la corrupción puede causar la decepción de los jóvenes con la política y conducir a la apatía hacia la participación en la vida política (International IDEA 2018). Sin embargo, esta relación puede ser más matizada. Bekenova (2022) analizó datos de 90 países comparando el nivel estimado de corrupción y la proporción de jóvenes en el parlamento, y descubrió que la corrupción no tenía un efecto significativo. Dicho esto, hay que señalar que la proporción de jóvenes en los parlamentos a nivel mundial sigue siendo muy baja. Un estudio de la Oficina de las Naciones Unidas para la Juventud reveló que sólo el 2.6% de los parlamentarios tenían menos de 30 años (Oficina del Enviado del Secretario General de las Naciones Unidas para la Juventud 2023).
No obstante, parece que la corrupción puede estar vinculada a otras formas de alienación política. Por ejemplo, Farzanegan y Witthuhn (2017) analizaron datos de 100 países durante el periodo comprendido entre 2002 y 2012, y descubrieron que un aumento de los niveles de corrupción estimada en países con una mayor población joven (más del 19% de la población general) se asocia con una mayor inestabilidad política. Definen la inestabilidad política por la disposición a participar en protestas, pero también por la violencia, señalando que la corrupción puede generar entre los jóvenes la percepción de que no tienen "nada que perder". Del mismo modo, la supuesta corrupción en la administración de las elecciones habría desencadenado en algunos países actos de violencia instigados por jóvenes decepcionados (Kahuthia Murimi 2018).
Algunos estudios han sostenido que la corrupción puede impulsar la radicalización de los jóvenes hacia grupos terroristas y extremistas violentos ( Instituto de Estudios de Seguridad 2016; Transparency International Defensa y Seguridad 2017). Shelley (2014) explica que "ante la falta de posibilidades de empleo y en un entorno de cinismo generalizado, los jóvenes se sienten atraídos por organizaciones extremistas y pueden ser reclutados por ellas."Señala que estos grupos pueden incluso ofrecer a los jóvenes alternativas a los servicios públicos afectados por la corrupción.
La corrupción entre la policía y los agentes fronterizos puede facilitar el tráfico ilícito de armas de fuego y de otro tipo. Estos suelen caer en manos de los jóvenes y pueden conducir a la escalada de mayores niveles de violencia de pandillas, que a menudo arruinan desproporcionadamente la vida de los jóvenes (Integrity Group Barbados 2017). Además, los datos indican que los jóvenes y las minorías étnicas pueden estar más expuestos a otras formas de corrupción policial, como los intentos de extorsión (Gilmore y Tufail 2013), que también pueden contribuir a la falta de confianza en las autoridades estatales.
El papel de la juventud en la prevención de la corrupción
La relación de los jóvenes con la corrupción no debe limitarse a su papel de víctimas (o autores) potenciales, sino también a su capacidad para contribuir a las medidas anti-corrupción. Esto incluye tratar de afrontar las repercusiones negativas que la corrupción tiene en ellos personalmente, pero también sus ramificaciones sociales más amplias. En todos los países, especialmente en aquellos con un mayor número de jóvenes, la participación de los jóvenes puede tener un efecto transformador y legitimador de los esfuerzos anti-corrupción (Pring 2015).
Esta sección describe diferentes formas en que los jóvenes pueden participar en la lucha contra la corrupción, destacando algunos ejemplos de la vida real.
Activismo y sensibilización
Una de las formas más destacadas de compromiso es la movilización de los jóvenes como activistas. Esto puede adoptar la forma de organizaciones autónomas, como clubes de integridad y movimientos juveniles, que son independientes de otras estructuras y tienen el cometido de sensibilizar y promover la lucha contra la corrupción (Wickberg, 2015). Esto también puede consistir en iniciativas más estructuradas y especializadas en los sectores con los que los jóvenes están más en contacto; por ejemplo, cuando los grupos de jóvenes de las escuelas y universidades representan a sus compañeros y colaboran con la dirección en cuestiones de lucha contra la corrupción e integridad (Albisu Ardigó y Chêne 2017a).
Red tailandesa de jóvenes contra la corrupción
La Red Tailandesa de Jóvenes contra la Corrupción se creó en 2012 en el marco de una asociación entre el PNUD y la Facultad de Administración Local de la Universidad de Khon Kaen, con una estructura de gobierno dirigida por estudiantes. Después de comenzar con alrededor de 35 miembros, la red creció rápidamente en los años siguientes, llegando a contar con más de 4,000 estudiantes. Del mismo modo, aunque en un principio su labor se centró en disuadir a los estudiantes de participar en actos de corrupción, sus actividades empezaron a centrarse en la prevención de la corrupción en Tailandia de forma más generalizada, principalmente a través de actividades de sensibilización llevadas a cabo mediante conferencias, campamentos y campañas en las redes sociales, entre otros medios. La red también se ha asociado en campañas de sensibilización con agentes gubernamentales y del sector privado, como la Cámara de Comercio tailandesa y la Federación de Industrias tailandesas, respectivamente (Comisión Independiente contra la Corrupción de Mauricio 2019; Pring 2015).
Los jóvenes suelen recurrir a medios creativos en su activismo, como las artes y la cultura. Por ejemplo, Fair Play es un movimiento mundial en el que jóvenes músicos pueden enviar vídeos musicales en línea sobre la corrupción en su comunidad; en 2018, estos vídeos habían alcanzado una audiencia de 10 millones de personas (Kahuthia Murimi 2018). En Hungría, estudiantes universitarios y Transparency International Hungría elaboraron una "guía turística alternativa" que destacaba los casos de corrupción en el país (Transparency International 2022a).
Transparencia Internacional (2014) ha publicado un manual en el que se enumeran 15 formas en que los jóvenes activistas pueden promover la lucha contra la corrupción. En 2024, los miembros de la Junta Asesora sobre Integridad YouthLED de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ( UNODC), formada por 23 jóvenes representantes de 23 países diferentes, redactaron conjuntamente el documento Taking action against corruption ("Acción contra la corrupción"), en el que se describen diez pasos que los jóvenes activistas pueden seguir para crear iniciativas contra la corrupción.
Aparte de aumentar los niveles generales de sensibilización, el activismo juvenil puede desencadenar resultados tangibles como cambios legislativos o conseguir una mayor rendición de cuentas por parte de los actores corruptos, como demuestran ejemplos de todo el mundo. En Kirguistán, los jóvenes activos en las redes sociales fueron considerados importantes organizadores de las protestas celebradas en respuesta a las acusaciones de fraude electoral (Egwu 2020). En Indonesia, Wahyuningroem et al. (2023) descubrieron que los jóvenes desempeñaron un papel importante en la creación de fuertes movimientos, tanto en línea como fuera de ella, de protesta contra la ratificación del Proyecto de Ley (RUU) de la Comisión para la Erradicación de la Corrupción (KPK), que algunos observadores afirmaron que era un intento de recortar las libertades civiles. Ortiz et al. (2022) constataron que el número de protestas protagonizadas por jóvenes y/o estudiantes se multiplicó más de seis veces en todo el mundo entre 2006 y 2020, y que la corrupción era el segundo tema más común detrás de dichas protestas. Cabe destacar que el papel de los jóvenes activistas, al igual que el de los miembros de la población en general, puede no ser siempre neutral y, de hecho, puede ser susceptible de formas de partidismo que debiliten los esfuerzos anti-corrupción (International IDEA 2018).
Youths for Integrity Fiji
Youths for Integrity Fiji es una red formada por unos 150 jóvenes fiyianos que fue creada por Integrity Fiji, el capítulo local de Transparency International. Se centra en actividades de concientización, incluso a través del arte y la cultura. La red también colabora con la Comisión Independiente contra la Corrupción de Fiji para difundir información sobre las pérdidas económicas ocasionadas por la corrupción en el país.
En 2021, la red lanzó una campaña de movilización para oponerse a un proyecto de ley que supuestamente habría otorgado a la policía amplios poderes de investigación que amenazaban el ejercicio de las libertades civiles. Asimismo, emitieron un comunicado de prensa en algunas de las plataformas mediáticas más destacadas de Fiji. La decisión del ex primer ministro Bainimarama de eliminar posteriormente el proyecto de ley se atribuyó al trabajo realizado por organizaciones de la sociedad civil como Youths for Integrity Fiji (Transparency International 2023).
Educación de la juventud
En general, se considera que educar a la juventud sobre la corrupción y sus efectos negativos es una medida preventiva clave. Por ejemplo, estudios realizados en Nigeria y Ucrania indican que una educación para la integridad adaptada de manera efectiva puede dar lugar a una reducción del comportamiento corrupto por parte de jóvenes y estudiantes ( UNODC 2024c; Borcan et al. 2023).
En sus años formativos, los jóvenes pueden ser más impresionables, por lo que pueden realizarse esfuerzos significativos para garantizar que no interioricen la tolerancia de la corrupción (Pring 2015). La educación cívica en este sentido puede ser un punto de entrada estratégico para difundir valores positivos en toda la sociedad (International IDEA 2018). Esto no tiene por qué constituir una transferencia didáctica de conocimientos del educador adulto al joven estudiante; los jóvenes también pueden dar forma a la educación anti-corrupción que reciben.
Aunque en muchos contextos los jóvenes tienen un nivel razonable de concientización sobre la corrupción y su impacto en ellos (Corruption Watch 2020; Duri 2020), esto no debe darse por sentado. Por ejemplo, una encuesta realizada a jóvenes indonesios reveló que más de la mitad no podía definir la palabra integridad, mientras que muchos eran incapaces de identificar si un acto constituía corrupción o no (Sihombing 2018). Otras encuestas han indicado que los jóvenes pueden percibir la corrupción como irrelevante para sus vidas (Chile Transparente 2023).
Existe, pues, un potencial de educación cívica que mejora la comprensión de los conceptos de gobernanza y su relevancia para los jóvenes. Los participantes en un foro de la juventud celebrado al margen del periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General (UNGASS, por sus siglas en inglés) contra la corrupción de 2021 afirmaron que era "necesario reforzar sustancialmente los programas educativos sobre integridad, transparencia y lucha contra la corrupción, empezando desde una edad muy temprana" (Naciones Unidas 2021a). La iniciativa Recursos Mundiales para la Educación contra la Corrupción y el Empoderamiento de los Jóvenes (GRACE, por sus siglas en inglés) de la UNODC ha sido pionera en la educación basada en valores, colaborando con las grupos de interés nacionales de Malawi en el desarrollo de material educativo contra la corrupción para estudiantes de nivel primario que se basa en la filosofía indígena de Umunthu (UNODC 2023c).
Estos programas pueden integrarse en los planes de estudios escolares y universitarios como asignaturas independientes o integrarse en asignaturas ya existentes. Kirya (2019a) explica que esto podría consistir, por ejemplo, en introducir un curso específico sobre integridad pública en las escuelas o invitar a las comisiones anti-corrupción y a las organizaciones de sociedad civil (OSC) a impartir capacitaciones específicas sobre ética. Los Estados que respondieron a un estudio de la UNODC de 2024 indicaron en gran medida que recurrían a una combinación de métodos formales e informales para educar a los jóvenes en materia de corrupción, por ejemplo exigiendo legalmente que dichos módulos se integraran en los programas escolares (UNODC 2024c).
La educación contra la corrupción también puede impartirse en entornos extraescolares (IDEA Internacional 2018). Un ejemplo es la Vietnam Integrity School, que reúne a los jóvenes "para que aprendan sobre la lucha contra la corrupción, intercambien ideas y debatan sobre lo que significa la integridad en su vida cotidiana, incluida la familia, la escuela y el trabajo, así como a nivel nacional" (Tong 2020).
Bentley y Mullard (2019) recogieron y analizaron datos sobre un programa de becas para jóvenes implementado por Accountability Lab Nepal. Los becarios participantes siguen de cerca a los llamados "creadores de tendencias en materia de integridad", es decir, funcionarios públicos que han resistido a la corrupción y han hecho gala de integridad en el desempeño de sus funciones. Comprobaron que la intervención era efectiva: los jóvenes participantes superaban a menudo el escepticismo inicial hacia los funcionarios públicos, la experiencia aumentaba su confianza en ellos y aprendían que la progresión profesional en el sector público no tiene por qué depender de la corrupción.
Asimismo, los materiales utilizados para educar a los jóvenes deben adaptarse adecuadamente. Por ejemplo, evidencia relevante indica que los jóvenes pueden ser menos receptivos a los mensajes contra la corrupción en los medios impresos y más receptivos a medios como videos de YouTube o dibujos animados (Ishikawa 2024). También puede elaborarse material para educar a los jóvenes sobre algunos de los riesgos específicos a los que se enfrentan. Por ejemplo, el PNUD (2020) elaboró las Herramientas de Integridad Empresarial para Jóvenes Empresarios, que orientan a los empresarios emergentes sobre cómo sortear los problemas típicos de corrupción a los que pueden enfrentarse al crear una empresa.
Una vía relacionada es el creciente llamamiento a utilizar los ingresos recuperados de la corrupción para financiar oportunidades de educación y empleo para los jóvenes (UNICRI 2022). Por ejemplo, la Fundación BOTA consiguió que una parte de los ingresos recuperados derivados de la corrupción perpetrada por las élites políticas de Kazajstán se utilizara para financiar becas basadas en las necesidades para que los jóvenes pudieran asistir a centros de enseñanza superior (Foro Económico Mundial 2022).
Inovación
Pring (2015) explica que uno de los principales beneficios de involucrar a los jóvenes es que "es más probable que sean creativos en su forma de resolver los problemas, lo que significa que los esfuerzos para combatir la corrupción pueden ser más innovadores, tener más visión de futuro y hacer un mejor uso de la tecnología moderna". En este sentido, los jóvenes pueden aportar ideas y técnicas novedosas que las generaciones mayores dedicadas a la lucha contra la corrupción no conocen tan bien. Las respuestas a una encuesta realizada por la UNODC (2023) a 73 autoridades anti-corrupción de todo el mundo indican un amplio respaldo a la contribución potencialmente innovadora de los jóvenes, en particular en el uso de las nuevas tecnologías (véase el gráfico 3).
Existen diferentes vehículos para facilitar la innovación juvenil, como sesiones de lluvia de ideas, laboratorios de incubación, 'hackathones' o concursos en los que las ideas ganadoras reciben financiación inicial para que puedan llevarse a la práctica (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 2018).
Evidencia sobre el tema demuestra que esto puede conducir a resultados tangibles y de impacto. Por ejemplo, en Kosovo, el hackathon DigiPrishtina -donde jóvenes programadores informáticos se reúnen para desarrollar soluciones tecnológicas- condujo al desarrollo de herramientas de contratación y gasto electrónicos para controlar los riesgos de corrupción en los procesos de contratación de los municipios y el flujo de fondos públicos a nivel local, respectivamente (Neziri 2015). En otro ejemplo de Kosovo, un campamento de innovación social en el que participaron jóvenes activistas dio lugar a la creación de una plataforma de crowdsourcing para apoyar la participación de las niñas en la lucha contra la corrupción (Neziri 2015). Mahlangu (2023) sugiere otras posibles ideas innovadoras que los jóvenes podrían explorar para prevenir la corrupción, como el desarrollo de "juegos interactivos para móviles o aplicaciones que simulen escenarios de corrupción de la vida real" y el establecimiento de un programa de "reconocimiento y fama" que recompense a las empresas propiedad de jóvenes que operen con integridad.
Bentley y Mullard (2020) estudiaron el programa "Incubadora de la rendición de cuentas", gestionado por Accountability Lab y que, en 2020, se estaba aplicando en un país latinoamericano, cinco africanos y dos asiáticos. En el marco del programa, jóvenes líderes de la sociedad civil reciben asesoría y capacitación con el objetivo de desarrollar sus propias ideas y herramientas para promover la rendición de cuentas. Utilizando la aplicación en Nepal como estudio de caso, Bentley y Mullard descubrieron que las ideas desarrolladas por los participantes eran diversas, recurriendo a métodos como el desarrollo de bases de datos, herramientas y aplicaciones de redes sociales, cine y teatro, y abarcando numerosas tácticas de investigación, política y defensa, entre ellas intentos de medir el alcance de la corrupción. Constataron que los programas funcionan mejor cuando ofrecen financiación y espacio a los jóvenes "para probar, fracasar, aprender y rediseñar soluciones innovadoras".
Seguimiento e informes
La disponibilidad de nuevas soluciones tecnológicas para recopilar y rastrear datos ofrece otro importante argumento para la participación de los jóvenes en la lucha contra la corrupción ( Transparency International Hungría 2016). Hay varios ejemplos prometedores de jóvenes que participan activamente en el control del flujo de fondos para detectar posibles casos de corrupción, especialmente en el sector público. El proyecto YouMonitor de la UE, financiado por la Comisión Europea, publicó un conjunto de herramientas cuyo objetivo es capacitar a los jóvenes para establecer comunidades de vigilancia contra la corrupción.
En Paraguay, la organización liderada por jóvenes Reacción Juvenil de Cambio Paraguay desarrolló la capacidad de los estudiantes para supervisar el gasto de los recursos del presupuesto nacional asignados a sus escuelas y denunciar cualquier posible irregularidad (Pring 2015). En Bangladesh, la red Youth Engagement and Support (YES), que cuenta con más de 4,000 jóvenes voluntarios y 61 sucursales, apoyó el seguimiento de un programa de seguridad social llamado Vulnerable Group Development. Para evitar errores, múltiples sucursales participaron en la comprobación de la admisibilidad de los beneficiarios, y también identificaron riesgos de corrupción como el favoritismo. De un total estimado de 95,000 casos, 2,800 casos sospechosos fueron comunicados a las autoridades locales, que según los informes representaron más de 400,000 dólares (Transparency International 2022a). Del mismo modo, en Palestina, un grupo de estudiantes locales evaluó la calidad de las obras públicas que se estaban construyendo y descubrió que la empresa constructora había estado utilizando materiales de calidad inferior para ahorrar costos, lo que desencadenó una investigación anti-corrupción (Transparency International 2022a). Un corolario de que los jóvenes estén expuestos a la corrupción es que pueden denunciarla, lo que a su vez puede llevar a que los agentes corruptos rindan cuentas y disuadir a otros posibles infractores. Las Naciones Unidas (2021a) han argumentado que los jóvenes pueden ser incluso más propensos a denunciar la corrupción después de verla con "ojos nuevos".
Sin embargo, algunos jóvenes pueden mostrarse reacios a denunciar la corrupción. Hubo respuestas dispares a un cuestionario distribuido a los jóvenes por la Comisión Independiente contra la Corrupción de Mauricio (2019) sobre su disposición a denunciar la corrupción. Muchos de los encuestados que se mostraron dispuestos a denunciar la corrupción que encontraran basaron su respuesta en un sentido de la justicia o del deber. Sin embargo, los jóvenes que declararon no estar dispuestos a denunciar la corrupción citaron razones como el miedo a las represalias y la falta de interés general. En una encuesta realizada en 2016 por Transparency International Hungría entre jóvenes de 18 a 29 años, los encuestados que afirmaron que no estarían dispuestos a denunciar la corrupción compartieron sus motivos (véase la Figura 4).
En un estudio sobre jóvenes en Lituania, Toleikienė et al. (2020) descubrieron que su motivación para informar u ocultar información sobre la corrupción también se veía influida por variables como el género, la posición social y el nivel de actividad civil y política.
Sin embargo, hay indicios más alentadores que sugieren que la actitud ante la denuncia de irregularidades puede registrar un cambio. En la misma encuesta de Transparency International Hungría entre jóvenes de 18 a 29 años, el 66% de las personas encuestadas afirmaron que denunciarían la corrupción si se encontraran con ella, lo que representó un aumento del 25% con respecto a una versión anterior de la encuesta en 2012.
Las medidas que abordan las razones de la renuencia de los jóvenes a denunciar la corrupción pueden servir de base para fomentar que lo hagan. Los participantes en un foro de la juventud celebrado al margen del periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de 2021 (UNGASS) recomendaron que los Estados y otros actores relevantes garanticen que los jóvenes tengan acceso a canales de denuncia seguros y anónimos, así como a mecanismos como representación legal, asistencia financiera y apoyo en salud mental (Naciones Unidas 2021a).
Participación significativa de la juventud
Si bien hay una serie de ejemplos positivos emergentes, algunos comentaristas advierten que el potencial de la participación de los jóvenes en la lucha contra la corrupción sigue siendo subutilizado o es tratado como simbólico o cosmético por las autoridades nacionales (Wickeberg 2015; Kahuthia Murimi 2018). Hjulmann y Andersen (2011) destacan que, aunque a veces se hace referencia a los jóvenes como actores importantes en la lucha contra la corrupción, rara vez se les ofrecen oportunidades significativas de influir en los procesos de toma de decisiones.
Estas opiniones están respaldadas por datos de algunas encuestas. Las respuestas a la encuesta MY World 2014 de las Naciones Unidas sugieren que los jóvenes no se sienten suficientemente preparados para luchar contra la corrupción en su comunidad local (véase el gráfico 5).
En Mauricio, la mayoría de los jóvenes que respondieron a un estudio dijeron que no participaban plenamente en ninguna actividad anti-corrupción, a pesar de que al mismo tiempo expresaron su deseo de participar más (Comisión Independiente contra la Corrupción de Mauricio 2019). Una encuesta realizada en Chile reveló que los jóvenes a menudo experimentan sentimientos de impotencia y desesperanza frente a medidas insuficientes para involucrarlos, lo que puede desmotivarlos en términos de enfrentar la corrupción (Chile Transparente 2023).
Estas consideraciones han llevado a muchas voces del sector a subrayar la importancia de una participación "significativa" de los jóvenes. En este sentido, Kahuthia Murimi (2018) argumenta:
"Para que los jóvenes contribuyan significativamente a la lucha contra la corrupción, los estados y otros grupos de interés en la lucha contra la corrupción deben ser claros y auténticos sobre el momento oportuno para la participación de los jóvenes en las iniciativas contra la corrupción, su grado de implicación, quiénes de entre los jóvenes deben participar y el nivel de control que los jóvenes tienen en el impulso de dichas iniciativas".
Del mismo modo, Wickberg (2015) explica que los esfuerzos de participación de los jóvenes tienden a ser más sostenibles y exitosos cuando son liderados por los jóvenes, pero también cuando se integran efectivamente en las estructuras e iniciativas contra la corrupción existentes. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC)(s.f.) cuenta con una Junta de Integridad YouthLED, compuesta por jóvenes que desempeñan una función de asesoría en su labor de lucha contra la corrupción. La UNODC (2023a; 2023b) también ha hecho un llamamiento a las autoridades anti-corrupción de todo el mundo para que intensifiquen la participación de los jóvenes en sus actividades de prevención de la corrupción, comunicación con los grupos de interés y gestión más efectiva de los recursos. Asimismo, la UNODC recomienda a dichas autoridades crear las condiciones propicias para la colaboración de los jóvenes en la lucha contra la corrupción y que faciliten su participación en todas las fases de la ejecución.
- Transparency International (s.f.) define el clientelismo como una "forma de favoritismo en la que una persona es seleccionada, independientemente de sus cualificaciones o derechos, para un puesto de trabajo o una prestación gubernamental debido a sus afiliaciones o conexiones".
- Bjarnegård et al. (2024) definen la corrupción sexual como "el abuso por parte de una persona de la autoridad que se le ha confiado para obtener un favor sexual a cambio de un servicio o beneficio relacionado con la autoridad que se le ha confiado".